Había pasado un tiempo desde que había empezado a buscar a Will. Hasta que al
final descubrí que se habían mudado desde la última vez que estuve en
Londres.
Encontré la casa de Will y sentí mi corazón acelerarse y temblar a mis
piernas. Cogí aire mientras creía que el corazón se me iba a salir del
pecho. Abrí la verja y fui caminando lentamente hasta las escaleras, las
subí despacio y llamé a la puerta. El estómago se me estaba encogiendo,
la puerta se abrió y Will salió a la entrada. Sin darme cuenta estaba
en sus brazos apretandome a él como si la vida me fuera en ello.
-Estás bien, estás bien- repetía una y otra vez en voz baja.
Will me apartó.
-Er...perdona, ¿te conozco?
Me quedé con la boca abierta.
-¿Co-como?-tartamudeé.
Miré a la ventana que había al lado de la puerta, me reflejaba, forcé
la vista y la vi, allí estaba Will y...otra chica, con el pelo castaño
claro y los ojos marrones, era muy guapa. Lo comprendí y empecé a
pensar en un plan para despedazar lentamente a Eve.
-Oh...perdona creo...que me he confundido-dije casi en blanco ¿y ahora? ¿que hacía? ¿irme sin más?
Una mujer de cabello canoso entró por la puerta.
-¿Ocurre algo, William?
Will la miró y sonrió.
-No, mamá, es una compañera de clase, se llama eh...-me miró buscando una respuesta.
-Adrianna, Adrianna Bassi, vengo de intercambio de Italia, encantada de conocerla.-le dediqué una sonrisa cariñosa.
-Oh...y ¿Qué querías?
-Es un trabajo de clase, mamá- dijo Will- Por favor, pasa- me dijo.
Entré en la casa callada, no sabia que hacer, me habían engañado. Will
me guió hasta su habitación, me hizo pasar y cerró la puerta. Me senté
en una silla en el escritorio, con la mirada perdida. Will se puso de
rodillas a mi lado, apoyándose en mis piernas y cogiéndome las manos.
Por dios, me había tomado por una loca, se estaba copadeciendo de mí,
tratándome como a una enferma metal.
-¿Te encuentras bien? ¿Donde está tu familia?
Will me miraba con compasión, como a una loca, genial.
-Oh...eh...-negué con la cabeza, pues las palabras no me salían.
Él me acarició la mano y yo le solté.
-¿Crees....qu-que estoy...loca?- le pregunté.
-Por supuesto que no- respondió sonriendo.
-¿Y por qué me has dejado pasar?
Will calló.
-Crees que estoy loca -sentencié.
-Loca no es malo.
-Para muchos si.
-Para mí no.
-Para los demás si.
Desvíe la mirada y el alma se me cayó a los pies, sobre el escritorio
había una foto nuestra, de Liz y Will a los catorce años. Unos niños con
la carita aún un poco redondita, la niña no sonreía, el niño en
cambio sí lo hacía. Me fijé, sí, la niña sí sonreía y miraba de reojo
al niño. Sentí ganas de llorar, antes todo era diferente, era feliz
con la vida que tenia.
-Es una amiga- dijo Will haciéndome volver al mundo real.
-Parece muy aburrida y sosa.
-Puede parecerlo pero en realidad es la mejor persona que he conocido.
<<Quizá es que no has conocido a suficientes personas>> pensé pero no fui capaz de decirlo.
-Siento que me hayas tenido que meter en tu casa, ahora mismo me voy- dije mirándolo. Me fuí a levantar pero el me retuvo.
-No, me caes bien ¿te puedo llamar Adri?
Yo asentí.
-Gracias.
-Bueno, si vamos a ser amigos tienes que contarme cosas de ti.
-Vale. Pues me gusta el az...-recordé que no podía ser Liz, ahora era
Adri- el verde, el verde, me gustan los gatos y la nieve. Te toca.
-Me gusta el azul, el mar y hacer sonreir a los demás.
Luego estuvimos una hora contandonos gustos y experiencias, las mías,
inventadas. En medio del cuestionario la madre de Will entró diciendo
que ella y el padre irían a comprar.
-¿Ya somos amigos?-dije al fin.
-Claro.
Will se levantó, miró por la ventana y luego sonrió.
-¿Te gustaba la nieve no?
-Si- me levanté yo también pero no me dejó verlo. Me cogió la mano y
bajamos corriendo las escaleras hasta el patio de atrás. La nieve estaba
cayendo y el suelo se había llenado con un manto blanco, me quedé
maravillada, hasta que sentí un frío helador en la espalda, me giré y
vi a Will en posición de tirar una bola de nieve. Sonrió y yo me agaché,
cogí una bola gigante y se la tiré, empecé a reirme. Will había caído
al suelo y se levantó, cogió dos bolas y estuvimos haciendo una batalla
de bolas durante unas dos horas, cada uno tenia su fuerte de nieve. Al
final salté mi fuerte y fui corriendo hasta él, que estaba a punto de
dispararme, salió de la nada tan de repente que me choqué con él y los
dos caímos al suelo. Will estaba a medio centímetro de mí y mi corazón
me pidió que lo besara, que le dijera la verdad, mi boca se acercó más
a él y Will no se movió, había cerrado los ojos ¿esperaba que lo
besara? Si solo lo conocía desde hace un día, quiero decir, solo
conocía a Adri desde hace unas horas. Luché contra mi voluntad y me
levanté.
-Creo que es hora de irme, además estoy empapada y necesito cambiarme antes de que coja algún resfriado o algo peor.
-Te acompaño a casa.
-No hace falta.
-Insisto.
-Haz lo que quieras.
-Pero antes tienes que cambiarte- dijo Will en voz baja.
-No es necesario.
-Si no te cambias claro que cogerás algo.
Acepté. Los dos fuimos a la habitación de Will, la ropa de su madre me
quedaría muy grande, así que cogió de su propio armario un jersey negro,
unos vaqueros y una chaqueta de cuero. Salió de la habitación cerrando
la puerta y dejándome intimidad para cambiarme. Me quité mi jersey
empapado y lo doblé en un lado, me puse el jersey negro, me quité los
pantalones chorreantes y fuí a coger los de Will pero se me cayeron
debajo de su cama, me agaché para cogerlos pero mi brazo no llegaba.
Entonces la puerta se abrió.
-Por cier...-Will se quedó callado y rojo como un tomate, le miré y me
di cuenta de que estaba en una posición en la que se me veía todo y
marcaba todo, me dí la vuelta corriendo y el jersey tapó hasta hasta mis
muslos.
-¿Qué decías?-dije ruborizada.
-Debería haber llamado- murmuró Will con la mirada fija. Meneó la cabeza- digo que podrías cenar ya aquí.
-Oh no quiero ser molestia.
-No lo eres -ahora Will miraba a todos lados menos a mí.
-Está bien.
Will cerró la puerta corriendo, y yo metí la pierna debajo de la cama y
conseguí sacar los vaqueros, me los puse y luego las botas. La verdad
es que me quedaban muy bien.
Al rato cuando llegaron los padres de Will cenamos, después el chico me
acompañó hasta la posada donde dormía y me dijo que si quería dormir en
su casa, que no pasaba nada.
-No quiero tu compasión, creerás que estoy loca y soy pobre pero no quiero tu compasión.
-No te compadezco, te intento ayudar.
-Oh..gracias.
-¿Hasta mañana?
-Hasta mañana...gracias por todo.
-De nada, adiós.
Will se fue y esa noche dormí perfectamente.
Pasó el tiempo y ya era navidad, me negué a dejar a Will, nadie me
esperaba en Italia, Aarón estaba con Eve, seguramente nadie me echaba
en falta y además, todo era más fácil con Will. Una mujer entró
en mi cuarto diciendo que tenía una llamada para mí, sabía que era de
Will.
Bajé corriendo.
-¿Si?- dije en seguida.
-Esta noche es Navidad...¿quieres cenar con nosotros?
-Me haría mucha ilusión...¿seguro que quieres que vaya?
-Claro que sí.
-Pues mil gracias, allí estaré.
-Vale, a las seis, acuérdate.
-Allí estaré.
Me arreglé, no había encontrado el modo de volver a ser yo pero tampoco lo quería.
Era mucho más fácil ser alguien más, alguien sin impotancia.
No me gustaban los vestidos, pero Will me había regalado uno verde y
blanco precioso. Me lo puse y me miré al espejo, viéndome a mí, no a
Adri, aunque estaba aficionándome a ser la chica italiana desorientada
y sin familia que vivía en una posada. Ya era la hora y estaba
anocheciendo. Fuí corriendo hasta casa de Will, llamé a la puerta y el
apareció, estaba radiante y con una sonrisa deslumbrante. Tuve que
retener las ganas de besarlo.
-Te estábamos esperando.
Sonreí y pasé dentro, Will me cogió de la mano y me llevó al comedor,
estaba Mary, la madre de Will, John, el padre, Susan, la tía, Arthur, el
tío y Sarah, su prima. Todos eran lindos y amables, ya los había visto
en otras ocasiones.
Will me puso una estrella en la mano y me susurró al oído.
-Solo una estrella puede poner a otra.
Sonreí y me dirigí al gran árbol, no llegaba asi que Will me subió a
caballito de imprevisto, solté una carcajada y puse la estrella. Bajé y
le miré.
-Muchas gracias a todos.
Cenamos y reímos, contamos chistes. Después Will me llevó al patio, a
pesar de que estábamos a muy bajas temperaturas, no tenia frío. Will
señaló hacia arriba, colgado de el techo del porche, había muérdago.
Will sonrió y yo le devolví la sonrisa.
Sabía la tradición, y quise besarlo, pero luego me di cuenta de lo que
pasaba, se había enamorado de Adri, y Adri no existía. Will me besó y yo
lo acepté, se lo devolví pero luego me aparté.
-No puedo- dije.
-¿Por qué?
-Es que...no soy quien crees.
-Eres Adri, mi mejor amiga, y te amo.
-No, no, estoy loca, no puedes ser mi amigo -al final el tema de que
estuviera loca me vino bien- en cualquier momento seré agresiva, te
olvidaré, te haré daño. Mis alucinaciones harán que te pase cualquier
cosa.
Will me cogió por los hombros.
-Yo estaré ahí para recordarte quien soy, y para que no te sientas sola.
-No, William, no lo entiendes.
Salí corriendo, lo había vuelto a hacer, había vuelto ha hacerle daño,
solo pensaba en mi misma. Tropecé en los escalones del porche delantero
y seguí corriendo.
<<Feliz Navidad, Will>>pensé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario