llevándose las manos a la cabeza. Su madre se acercó a ella con una mirada enloquecida, un cuchillo brillaba en su mano. La niña lloraba y gritaba pero nadie
la oía, ella cerró los ojos esperando lo peor pero cuando los abrió el cuerpo de su padre yacía con una mancha roja que se entendía por su pecho.
La niña abrió los ojos como platos. La madre se giró hacia ella pero ella tragó su miedo y la miró desafiante, sus ojos grises resplandecían. La niña
juró que no volvería a llorar por nadie porque nadie merecía sus lágrimas y el único que las había merecido estaba delante suya, con los ojos vidriosos
y bañado en sangre. La madre rió y la niña gritó otra vez encogiéndose, su madre se acercaba.
-¡Liz! ¡Liz!-Abrí los ojos, Will me zarandeaba por los hombros preocupado.-¿estás bien?
No respondí, me abracé a él y enterré mi cabeza en su pecho.
-Oh, Will...quédate conmigo, quédate conmigo...-dije apretándome más a él.
-Tranquila, estoy aquí-dijo acariciándome el pelo.
-Se que te vas a negar...pero...quédate aquí hoy, esta noche, solo para dormir, te necesito.
-Claro que me quedo, sabes que haría cualquier cosa por ti si tu me lo pides.
Lo tiré hacia mi y el se tumbó, me abracé mas a él y me dormí oyendo el constante golpeteo del corazón se Will.
A la mañana siguiente;
Abrí los ojos, Will estaba aún abrazado a mi, mirándome, yo sonreí y me levanté.
-Gracias-dije.
-No hay de que-dijo levantándose también.
Fui y me vestí en el baño rápidamente con una camiseta de tirantes azul oscuro, como los ojos de Will y un pantalón corto vaquero. Salí y me mire al espejo
otra vez, me peine con las manos desenredándolo un poco, hacia poco que me lo había cortado y me caía por la espalda en cascadas onduladas. Me lo puse hacia
delante y Will apareció y me abrazo por detrás, pasó las manos por las ondulaciones de mi caderas y me beso en el cuello, yo subí las manos y le acaricié el pelo.
-Pareces un ángel, un ángel vengativo, con esos ojos desafiantes.
-Los ángeles son bonitos y hermosos.
-¿Acaso tu no?
-Will, me estás comparando con un ángel.
-Eres tan bella como uno y tan buena como uno.
-Me voy a poner roja.
-Es lo que pretendo.
Me miré a el espejo, mis ángulos, mis ojos brillantes y con un cuerpo bien moldeado y dos brillantes manchas rojas en las mejillas que daban color a mi cara.
Por mucho sol que me daba, nunca me ponía morena.
-Lo conseguiste-dije sonriendo.-¿y si desayunamos?
- Yo estaba bastante bien aquí...
-Will
-Vale, vale, vamos.
Desayudamos y pasamos otro día perfecto con playa, paseos, besos y caricias aunque la pesadilla que había tenido esa noche no había desaparecido.
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