Aterrizamos por fin, Amber cargaba con todo mientras yo estaba perdida en mis recuerdos, pensando en Aarón, supongo que por eso ella no me había molestado. Cogimos un taxi hasta mi casa, pasamos Noja y fuimos un poco mas allá, note que Amber estaba nerviosa pero supongo que porque el viaje en avión la había mareado mucho. De pronto un edificio inmenso apareció en nuestras narices, Amber abrió la boca de par en par, por mi parte, un escalofrío me recorrió, puesto que ese lugar me recordaba muchas cosas horribles. Salí del taxi y pagué el viaje(me manejaba perfectamente hablando español porque me había criado prácticamente allí. Esta vez si tuve que llevar parte del equipaje, cuando llegamos, el antiguo edificio se erguía majestuoso enmarcado por unos inmensos jardines.
-Nunca me dijiste que tu familia era rica, este sitio es precioso.
-Nunca nadie me preguntó y supongo que si es bonito, es una replica exacta de el Palacio de la Magdalena de Santander.
Dejé las bolsas a un lado y llamé al timbre con una corazonada...y estaba en lo cierto, una voz femenina contestó al otro lado.
-¿Quién es?-Dijo una voz chillona y enfadada.
-No me vuelvas a hablar así, Estefanía.
-No puede ser...-murmuró ella al otro lado-¿Señorita Elisabeth?
-¿Quién si no? Abre la puerta.
-Si, en seguida, disculpe mi recibida...pensé que estaba desaparecida.
La puerta negra de barrotes se abrió, cogí las bolsas e hice una señal a Amber para que me siguiera. El camino hasta las escaleras de la casa era largo pero vimos a una figura venir hacia nosotras, era Estefanía que corría con el uniforme de ama de llaves. Tendría unos treinta años y hacía mucho que trabajaba en la casa pero no sabía por qué seguía cuidando de una casa deshabitada. Nos acomodamos en las habitaciones aunque yo no me atreví a entrar en mi habitación. Cuando salí a la entrada de la casa, en la barandilla de en medio, Amber se apoyaba en la piedra lisa y blanca mientras el aire acariciaba suavemente su rostro.
-Veo que te gusta mi casa-cuando dije eso Amber se puso rígida y se giro en menos de un segundo.
-Yo...no...
-No hay ninguna ley contra no apoyarse en la barandilla, relájate-bromeé aunque seguramente Amber notara mi amargura, mi tristeza.
-En realidad, esto es precioso.
Yo me acerqué y me apoyé también en la barandilla.
-A mi esta casa solo me recuerda años de terror y sufrimiento-dije sin sentimientos en la voz. Amber me miró.
-Esa cicatriz, fue tu madre...debe ser muy duro para ti.
-Colette nunca será mi madre-dije con tanta sequedad que incluso me sorprendí a mi misma.
Amber miró la hora.
-Es tarde, deberíamos descansar.
-Ve tu, yo me quedaré un poco aquí, si no te importa.
-Llámame si me necesitas-dijo a modo de despedida, yo giré la cabeza hacia las estrellas y las miré un rato hasta que noté una presencia detrás de mi, sabía quien era.
-Vete-susurré.
Aarón emergió de entre las sombras para dejarse ver pero no se acercó mas a mi.
-¿Eso me lo dice tu orgullo o simplemente tu?
-Eso me lo dice la razón-dije sin girarme a mirarlo pero seguramente tendría su típica sonrisa amable. Oí que se acercaba unos pasos más, que estaba a menos de un metro de mi. De pronto me sentí utilizada y con un odio irracional me giré e intente golpear a Aarón una y otra vez pero Aarón lo esquivaba, hasta que acabó por cansarse y me clavó contra la pared sosteniéndome de las muñecas, el sonreía burlón mientras yo lo miraba con odio aunque sabía en el fondo...los dos lo sabíamos que yo lo quería más que nada.
-¿Qué quieres?
-¿Te refieres a que quiero yo o
... a que quiere Colette?
-A las dos cosas.
-En lo referente a mí, lo sabes perfectamente y no te preocupes por Colette, no dejaré que te vuelva a hacer daño. ¿Me perdonas?
-Eres el demonio.-dije secamente.
-Deja que hable tu corazón, escúchale.
-Hace tiempo que dejé de hacerlo.
-Nunca es tarde-dijo acercándose más y más a mí, mi corazón empezó a latir desenfrenadamente pero intenté mirar fijamente a Aarón, que era más alto que yo, una cabeza.
-¿Quieres que hable mi corazón?
-Si.
Entonces le escuché, esa vocecita que me incitaba a hacer locuras, lo obedecí; a Aarón y a la voz, me puse de puntillas y lo besé, el me soltó las muñecas que pasé por su cuello y el me atrajo mas hacia el por la cintura. Me abandoné a ese beso, de pronto, me di cuenta de que lo quería de verdad, de que me había estado engañando a mi misma. Sólo me paré para coger aire, estaba jadeando y seguramente roja.
-¿Era eso lo que pedía tu corazón? - dijo sonriente Aarón.
-Mas que nada...
-Entonces si me quieres, eso era lo que necesitaba saber.
-¿Te vas? - de repente noté que había dicho eso con angustia.
-Primero te acompaño a tu habitación, se que eso te persigue en sueños.
Aarón me acompañó a mi habitación y abrió la puerta, dentro había una cama, estanterías y una mesa. Aarón me metió en la cama y me dio un beso en la frente.
-Hasta mañana, princesa.-dijo dulcemente y desapareció por la puerta.
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